en una reciente conversación con una médico amiga, me hablaba de la nueva generación de antioxidantes -de especial aplicación en tratamientos anti envejecimiento, además de para otros usos terapéuticos- y su característica innovadora en la nueva generación, superadora de las vitaminas de antaño. De entre los mencionados antioxidantes, por razón del tema sobre el que conversábamos relacionado con la ingeniería agrónoma, el aceite y la vendimia, mencionaba la europeína, nueva revolución (ya patentada y de uso cada vez más generalizado en el espacio de los antioxidantes y el agro) en su inserción progresiva en el mundo de la salud.
Así, cuando a lo largo de esta semana hemos podido observar, una vez más, la decrépita Europa oficial que a base de píldoras vitaminosas pretende afrontar los retos del futuro, parecería necesario (más bien imprescindible) recetar un poco de europeína a los funcionarios-dirigentes comunitarios.
Cuando inmersos en plena y profunda crisis contemplamos maratonianas reuniones sin decisión alguna, aplazamientos contradictorios para tomar un camino u otro, ofertas de la olvidada y relegada Turquía para prestar dinero salvador a la Europa recesiva, y una preocupante parálisis, no podemos sino reaccionar contra el actual estatus quo. Adicionalmente, observamos cómo un vicepresidente del Parlamento Europeo anima al Gobierno español a enviar a un sargento de la Guardia Civil a disolver el Parlamento de Catalunya y arrestar al presidente de su gobierno, o a Fundaciones del Franquismo reclamar a sus familiares ministros la interacción para salvar la "unidad de España", apoyados en cartas que desde la Comisión Europea advierten de que una "separación unilateral" excluye al país en cuestión de la Unión Europea.
Y, mientras tanto, Europa se paraliza, envejece, se aleja de sus valores y principios fundacionales, abraza nuevas formas de democracia orgánica y contempla cómo el resto del mundo parecería cada vez más distante y ajeno a lo que discuta cumbre tras cumbre.
En este panorama, no cabe duda que resulta imprescindible echar mano de la europeína antes de que nuestro paciente muera.
La Europa de hoy sigue empeñada en aferrarse a estructuras decimonónicas para que, cual el Gatopardo de Lampedussa, "todo se mueva para que nada cambie". El futuro va por otro lado. Las demandas de las personas y los pueblos exigen otra gobernanza, otros modos de funcionamiento, nuevos liderazgos, mayores compromisos y acelerados procesos de decisión. El reto es muy complejo, qué duda cabe, pero las soluciones no llegarán solas. Han de trabajarse.
Y en un momento como el actual, en el que es la propia Europa la que habla de interdependencia y cosoberanía, de "estrategias regionales especializadas", de innovación y bienestar, de competitividad y de interacción colaborativa público-privada, recuperando la credibilidad de la política y las instituciones, parecería que no pueden bastar las viejas multivitaminas de la botica de la abuela. Más bien, sería el tiempo de un antioxidante. Por la cuenta que nos trae, demos paso a la imprescindible europeína.