Síguenos en redes sociales:

Caza de iconos

desde que Karl Popper dijese, en uno de esos días malos que tiene cualquiera, que "la televisión es el instrumento más eficaz para vaciar de contenido la democracia", este medio de masas ha prestado impagables servicios a la sociedad. Puede que a veces la tele contenga usos degradantes; pero sin su capacidad de ofrecer al instante imágenes de la realidad seríamos más ingenuos y nuestra conciencia democrática sería como la de un labriego medieval.

¿Y qué ocurriría si esta crisis económica nos hubiera pillado antes de la invención del artefacto catódico? Que no dispondríamos de información sobre sus causas y efectos y no podríamos desarrollar una respuesta congruente. Sin televisión el mundo sería una pantalla en negro.

La tele nos ha servido el paseíllo torero de Urdangarín hasta los juzgados, su lento caminar con dignidad impostada y su locuacidad ante los micrófonos, como si estos gestos estudiados le pudieran redimir de la certeza popular de su culpabilidad. Y la tele nos ha transmitido los incidentes de Valencia, donde centenares de estudiantes, que protestaban contra los recortes en educación, fueron apaleados salvajemente por la policía, cuyo jefe superior les considera "el enemigo". La carga policial tuvo el incómodo testigo de las cámaras y esas imágenes de violencia uniformada serán el catalizador de nuevas revueltas de jóvenes, parados y otros parias. Rajoy puede hacer una de estas dos cosas: impedir las bárbaras intervenciones de sus agentes o decretar la censura digital.

Las víctimas de los recortes públicos y la sociedad castigada por el desempleo necesitan transfigurar su sufrimiento en imágenes de impacto: iconos de inocencia apaleada y de culpables reprobados. Estamos ante la representación de una tragedia y para eso hacen falta símbolos duraderos que proyecten la verdad de una situación inhumana. La imagen de Urdangarín entrando a declarar ante los jueces no es el icono reparador: será cuando, ya condenado, entre a pie en la cárcel. Y ahí estará la tele, una vez más, cazando ese icono.