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Desaprender

CUANDO un banco se muestrafilosófico o trascendentees que el dinero seha vuelto loco. Seguramentelo habrán visto: ING Direct,el banco naranja y sin sucursales,ha lanzado una campaña global bajoel críptico y a la vez audaz mensaje“es el momento de desaprender”,que viene a dar cierto contenido asu eslogan Fresh Banking, intraducibleal castellano porque bienpodría confundirse la dimensióntransparente y ágil de hacer bancafresca con su sentido connotativo,ser un fresco o, peor aún, una fresca.Mejor dejarlo en inglés.

La idea de desaprender, que aparecesiempre en los cambios de ciclohistórico, es muy sugestiva y hoy esla bandera de la innovación. Desaprendersería algo así como desprendersedel conocimiento anterioral quedar este obsoleto e impedirnosacceder a nuevos conceptos.

Es una actitud de apertura intelectual,la quiebra de los prejuicios yel olvido de las convenciones clásicasdel saber y el hacer. Sería comoreinventarnos o la deconstrucciónde nuestros viejos esquemas. Noestá mal la provocación.

La propuesta es interesante, aunquesolo se trate de una ingeniosaestrategia de marketing financiero.La publicidad, que es el 30% de loscontenidos de la tele, a veces sepone revolucionaria (¿qué sería unarevolución sin eslogan?). En lo queno puede caer es en la charca de lopretencioso, porque de ahí a lo grotescono hay más que un paso.

Cuando en la década de los 70 elBanco de Santander proclamó enuna campaña que “nada de lohumano nos es ajeno”, tomado deun verso de Terencio, sonó a humanismodemagógico. Un lema bancariocomo aquel en estos tiemposde desahucios se tomaría como unaburla despiadada.

La campaña de ING se concreta enun manifiesto de diez compromisosmás bien etéreos. Y nos proponeque “desinventemos las comisiones”,que “tenemos que ganartodos” y que “nos olvidemos denegociar, que aquí no hace falta”.Me apunto. Lo que sí hace falta esque la próxima vez que vayamos asolicitar un préstamo esta bancafresca también haya aprendido adesaprender y nos lo concedan.