Gol de chilena
CHILE ha lanzado al mundo la mejor campaña de imagen de su historia. Tras la epopeya de los mineros de Copiapó ya no hay señal de pinochetismo y ha irrumpido un pueblo cuya autoestima refleja su inmensa madurez social. ¡Qué gran demostración nacionalista! Un golazo de chilena. La televisión nos ha servido desde agosto un partido heroico en tres tiempos: el primero, la fortaleza frente a la resignación; el segundo, el poder de la esperanza; y el tercero, la épica de los hombres y la tecnología al rescate de treinta y tres vidas, con un goleador nato: el orgullo nacional. Tiene mucho significado que el campamento estuviera repleto de banderas chilenas y que los mineros emergieran a la superficie envueltos en la enseña araucana. Y es que el revulsivo emocional de los símbolos es más eficaz que la mera voluntad.
Podemos, es cierto, hablar de desmesuras y algunos desbordamientos pasionales. Dos ejemplos: la escenificación del espectáculo mediático en torno a un drama humano y la delirante información de que mil millones de personas habían seguido en directo el salvamento. Sin embargo, los riesgos del show comercial comienzan ahora con las seductoras ofertas que están recibiendo los mineros para prodigarse en series, libros, reportajes, películas y otros actos públicos. Según cómo gestionen la explotación de su supervivencia saldrán mejor o peor del trance, porque la fama y la televisión destruyen a los ingenuos. Tendrán que darse prisa porque la gente se olvida pronto de sus héroes y los finales felices. Eso sí, hagan lo que hagan los mineros no irán al infierno: ya han estado.
En la madrugada del desentierro sólo CNN+ y BBC World estuvieron a la altura de la noticia, mientras France 24, Fox News, Al Jazeera y TVE 24h fueron a remolque. Y en todas las pantallas brilló la imagen triunfante del presidente Piñera; histriónico, sí, pero determinante, porque ha sabido ser en la adversidad chilena el líder que no fue López en la angustia vasca del secuestro del Alakrana. ¿Qué diría nuestro Alonso de Ercilla?