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Ricas ricas y caprichosas

POCOS estrenos televisivos han causado tanta alarma social como Mujeres ricas, el nuevo reality de La Sexta protagonizado por cuatro multimillonarias que hacen alarde de su tren de vida estratosférico sin ningún tipo de pudor. Coincide el espectáculo de ostentación y dispendio con una semana en la que la audiencia, incluido el presidente del Gobierno, acaba de darse de bruces con la crisis. Y, curiosamente, también con el inicio en Cuatro de un espacio de similares características denominado Casadas con Hollywood, cuyo fin es mostrar la vida de glamour y lujo de varias de sus protagonistas. Podría realizarse una tesina sobre la casualidad o causalidad de que en pleno terremoto económico haga erupción en las dos cadenas más cercanas a los socialistas este tipo de programas distractores. Incluso, podría citarse como antecedente histórico los alardes de coros y danzas con los que el franquismo intentaba encubrir el 1 de mayo. Pero ¿de qué podemos asombrarnos si hasta el ministro de Fomento, José Blanco, tiene que presentarse en La Noria para edulcorar el tejeretazo social? Y mientras lo explica, entre reportajes de periodismo de bragueta, el público permanece atónito recordando a Mar Segura, una de las protagonistas de Mujeres ricas, hacer arrumacos a su marido para que le compre un abrigo de Elena Benarroch y un miró. Ante las cámaras, su esposo le pregunta si no ha leído los periódicos y le sugiere, entre sorbo y sorbo de champán, esperar un tiempo, porque ese dinero lo necesita "para mantener los puestos de trabajo en sus empresas". Imagino a los aludidos viendo la escena y siendo conscientes de que su futuro depende de que Mar se salga o no con la suya. Momentos como este no hay muchos en televisión, y el programa está trufado de ellos. Más de dos millones de personas lo vieron, y aquí volvemos al tema de la alarma social: no es lógico que, con la que está cayendo, al día siguiente en la calle no pasara nada. Nos tienen completamente hipnotizados.