UNO de los enigmas de la actual edición de Supervivientes, que acaba de colonizar la parrilla de Telecinco, es descubrir quiénes son los famosos en ese grupo ecléctico así denominado. Sólo los consumidores compulsivos de reality shows y programas del corazón serán capaces de diferenciarlos de esa otra remesa de concursantes anónimos que este año compiten con ellos. Y no me extraña que cualquiera con cierta popularidad solvente se niegue en redondo a saltar al mar desde un helicóptero para regocijo de una audiencia que pide emociones fuertes. El de este año ha sido especialmente cruel, hasta el punto de que a Beatriz Trapote ahora la llaman Beatriz Tripazo. Háganse idea. Después del remojón les esperan los mosquitos, la lluvia, el hambre y alguna que otra plaga bíblica. Beatriz no es la única estigmatizada: a la otra periodista participante, que se echó a llorar pidiendo irse a casa a poco de llegar, ya le han buscado un lema para su escudo de armas: Mal de muchos, Consuelo Berlanga. Visto desde aquí, habrá que estar atentos a la suerte que corren la bilbaina tasadora de joyas, de 51 años, el bombero de Leioa y la camarera donostiarra, y si consiguen escapar de Bea, la legionaria de Gran Hermano, para que no les devore en medio de esos ataques de ansiedad que ella achaca a la falta de tabaco. La compañía desplazada a Nicaragua la componen un cantante, un ciclista, un torero, un actor, dos modelos y una presentadora de televisión, Eva González, que el primer día se mantenía a cierta distancia de ellos mirándolos con desconfianza. Sería un elenco perfecto para representar Diez negritos, de Agatha Christie, pero Telecinco no se ha atrevido. Quizá el año que viene.