De videntes y togas
La obra maestra de la injusticia es parecer justo sin serlo…” El Tribunal Supremo condena a Álvaro García Ortiz por un delito de revelación de secretos, a pena de multa y 2 años de inhabilitación… “El que pueda hablar, que hable; el que pueda hacer, que haga; el que pueda aportar, que aporte; el que se pueda mover, que se mueva...”. ¿Recuerdan? Pues eso... A falta de conocer el contenido de la sentencia, el enamorado y presunto trasgresor Amador (que no se ha suicidado ni escapado, y goza de una magnífica salud), por coherencia, lo esperable es que ahora sus abogados aleguen la condena contra el fiscal para tratar de librarle de sus aprietos judiciales. Por cualquier lado que cojamos este sindiós de rábano, se queda uno con las hojas. ¿Y cómo se prueba la culpabilidad de un ciudadano en este país? ¿Con testimonios de testigos, pruebas de ADN, grabaciones de vídeo, pruebas periciales y documentos? ¡Hombre, coño, así cualquiera! El TS dispone, al parecer, de un clarividente que percibe información de manera extrasensorial a través de su pelo blanco. Los periodistas y demás testigos que han declarado favorablemente, no poseían tantos recursos, ¡cachis en la mar! “Un español ha vencido al aparato del Estado” (Ayuso). “Quien debía proteger a los ciudadanos, se saltó y vulneró el derecho” (Feijóo)… ¿Reformar el CGPJ para impedir que haya jueces que, presuntamente, hagan política sustituyendo a las instituciones democráticas? Es una idea, dado que las demás contaminan…