“Ojos que sí ven, corazón que sí siente”, se emociona, se indigna, se conmueve, se desespera, se entristece, se trastorna de tanto, tanto, tanto sádico y gratuito horror... menos los miserables y peores persona que aplauden, por algún interés, al sicópata y sanguinario genocida de Netanyahu.
Y él o la que se justifica en no apoyar las movilizaciones por el demoledor genocidio en Gaza, diciendo que es que hay muchas injusticias en el mundo y “¿por qué unas sí y otras no?”, no hacerles ni caso, son unos indeseables que en su vida han luchado por nada ni por nadie, a menos que le reportara un beneficio directo, y no entenderán nunca estos actos de gran dignidad y humanidad.