El diccionario de la RAE define la palabra equilibrio en su quinta acepción: “Ecuanimidad, mesura y sensatez en los actos y juicios”. El eterno rifirrafe, la incesante controversia, entre el gremio de la hostelería y los vecinos de los aledaños no encuentran un final feliz para todos y su solución se asemeja a la cuadratura del círculo; la rectificación del Ayuntamiento de San Sebastián en la normativa al respecto va en la buena dirección para tratar de conciliar ambas partes. La hostelería es un puntal esencial para la riqueza del municipio, el buque insignia podríamos decir: genera puestos de trabajo, visitantes que gastan en los comercios e ingresa mucho dinero en las arcas municipales, que luego ayuda a mejorar el día a día de los donostiarras. 

Por otra parte, nadie puede negar a los donostiarras el derecho fundamental e irrenunciable al descanso, a exigir la ausencia de ruido evitable a partir de una hora razonable; se trata de algo básico para la salud física y mental que redunda en el bienestar general de las personas. 

¿Qué debe primar? Entiendo que satisfacer plenamente a las dos partes en este conflicto se antoja muy complicado, cuando no imposible, y es ahí donde debe entrar el equilibrio, la mano izquierda, máxime cuando se debe interactuar entre personas que se ganan la vida con ello y otras que piden poder descansar mejor. 

Resulta esencial también exigir a la clientela que reduzca los decibelios en la medida de lo posible; se trata de conversar, no de emular a Tarzán. Y creo que esta podría ser una de las claves en todo esto. Equilibrio: Todos ganamos.