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Cartas al director

Servicio Municipal de Urgencias Sociales

El Servicio Municipal de Urgencias Sociales (SMUS) de Bilbao debería ser un refugio para quienes enfrentan situaciones extremas. Sin embargo, la realidad dista de esa promesa. Este servicio, diseñado para atender necesidades básicas de urgencia, es inaccesible para muchas personas, especialmente para migrantes en situación irregular, quienes constituyen la mayoría de sus usuarios y usuarias potenciales.

El racismo institucional se evidencia de hecho, el sistema de citas previas que se ha implementado, en lugar de facilitar el proceso, perpetúa la exclusión. Las largas colas frente a Uribitarte 11, donde muchas personas pasaban la noche esperando ser atendidas, han sido reemplazadas por mensajes de “No hay días disponibles” en la página web y, cuando hay citas, estas pueden ser para dentro de 3 o 4 meses. Para alguien que no tiene qué comer ni dónde dormir, esto equivale a un abandono total. Y es que el problema no es solo de gestión, sino estructural. La Ley de Extranjería deja a muchas personas sin documentación, lo que las condena a trabajos precarizados, exclusión habitacional y prácticas abusivas como la negación del padrón. Este contexto de vulnerabilidad hace que depender del SMUS no sea una elección, sino una necesidad desesperada. La Ley 12/2008 de Servicios Sociales garantiza estos derechos, pero su aplicación es mínima. Según un análisis del informe del Ararteko: “La situación de los servicios sociales municipales en la Comunidad Autónoma de Euskadi” (página 76), la falta de inversión responde a intereses políticos, relegando a miles de personas a la exclusión. 

Por todo ello exigimos un cambio inmediato en el modelo de atención social. Nadie debería quedar fuera del sistema por su situación administrativa o el color de su piel. El racismo institucional debe terminar, y los derechos básicos de todas las personas deben ser garantizados.