Ante el aterrador capricho climático que azotó la región de Valencia, lo correcto hubiera sido suspender temporalmente toda actividad deportiva y centrar nuestra atención en el terrible dolor de aquella región, colaborando a ejemplo de muchos en aliviar la situación. El bienestar de una Nación no depende del fútbol sino socorrer al marginado, y respetar desde el inicio la vida y la dignidad de toda persona.
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