He estado en Bermeo y Gernika, donde hacía años que no había estado. En Bermeo todos los jóvenes menores de 30 años que oí hablaban en castellano. Saben más o menos euskera, pero no lo hablan, no lo practican. Sabino Arana: “Si el euskeriano no ama el euskera porque es la lengua de su raza, ¿por qué le ha de amar?”. (Baserritarra 20-VI-1897, OC pág. 1308). ¿Por interés filológico, por curiosidad filológica? De más de esa edad también casi todos hablaban castellano. Tres hombres que serían de mi edad -79 años- hablaban en euskera. Itandu neutsen: “Nun da Akelarre jantokia?”. Ulertu eusten baiña erantzun eusten erderaz: “Todo seguido, ahí, a la izquierda”. ¡Baiña, gizonak! Allí comimos, nos sirve camarera sudamericana. Estuvimos dos horas en Bermeo y dos en Gernika. En Gernika había estado antes, el 19 de octubre, en la manifestación contra el Guggenheim en Urdaibai. Y se hablaba bastante euskera, por eso de la manifestación. Pero días después, no. Entramos a tomar café en Boliña Zarra-Boliña el Viejo. Son las cinco de la tarde del 23 de octubre. En una mesa cuatro hombres de 60-70 años juegan a cartas. Y otros dos les están mirando. Hablan en castellano, con blasfemias intercaladas, todo hay que decirlo. En cuanto al euskera que oí en Gernika, parecido a Bermeo. Sucede además que los jóvenes aprenden heuskeranto-batua en los centros de enseñanza y no se entienden con los mayores, que hablan euskera bizkaiera, a no ser que los mayores aprendan asimismo heuskeranto y así desaparezca para siempre el milenario euskera bizkaiera y sea suplantado por algo de reciente creación.