Ley de Datos
He tenido que llamar a mi seguro, excelente, pero no así los empleados que en diversas llamadas me han pedido de nuevo los datos, por culpa de la mil veces maldita y estúpida ley de protección de datos, desarrollada por burrócratas muy mentecatos allá en Bruselas. No han pensado en muchos casos, como ha sido el mío, en que uno puede estar medio herido, destrozado, y preguntan una vez y otra, con cada agente, siendo la misma empresa, incluso el color de mi bólido. Quieren protegernos y los ordenadores nos desordenan el alma con innecesarias, odiosas peroratas... Mientras, las bombas atómicas respiran, nerviosas, en los arsenales europeos, al margen de nuestros empeños. Nuestra seguridad es vana quimera.