Pensábamos que con la entrada de las mujeres en la carrera política, especialmente en los primeros puestos o primeras líneas tanto a nivel institucional en las comunidades autonómas, como en diputaciones y ayuntamientos, así como en el propio gobierno de la nación, mejoraría la relación con los ciudadanos y serían más capaces de resolver sus problemas, que serían más sensibles, honestas y dispuestas en su función así como a escuchar y como digo afrontar los muchos frentes abiertos existentes. Sin embargo estamos viendo que siguen los pasos de sus compañeros del gremio, con iguales o similares desplantes incluida esa superioridad que otorga al parecer el cargo público, aunque no debiera, como si no quisieran molestar o hacer de menos a los aludidos varones, a los que igualan incluso superan en sus nefastas decisiones de cara al ciudadano.