A estas alturas de descontrol absoluto de los odiadores profesionales, algunos, acostumbrados a la tradición de la mula, el buey y la estrellita, ya sospechábamos que la carcunda del caos prescindiría del candor navideño, y solo congregarían una reata de mulas contumaces arreadas por expertos del “Condeno la violencia, pero…”. No, no esperaba un cántico de gloria ni un Imagine de Lennon. Ni siquiera confiaba en una pizca de respeto hacia el presidente de un Gobierno elegido por la mayoría de los votantes de este país. Pero esa escena de zombis sectarios apaleando con furia y revancha ebria, un muñeco simbolizando a Pedro Sánchez, no debería quedarse en “Condeno, pero…”. La advertencia desde la Justicia, fuerzas del orden, políticos de todo rango y credo, y ciudadanía madura, obliga a ir más allá de la habitual ambigüedad, dado que podría ser germen precursor de algo más sombrío… Y mientras, Feijóo proclama que se compromete a defender la democracia “en un país en el que quepamos todos”. ¿Todos, pero algunos con la cabeza apaleada y boca abajo? La organización Revuelta (Vox) lo explicó así: “Tras las campanadas, dos manifestantes colgaron una piñata gigante del golpista Pedro Sánchez en las entradas a Ferraz, rellena de turrones para golpearla”. “La verdad a medias es la más cobarde de las mentiras…”.