Y como dijo el gran Unamuno, “el que ensaya con absurdos puede hacer hasta lo imposible”. Ojalá me suceda a mí con el omnipresente frontón, siempre peloteando en mi corazón. Paseaba por Begoña, cerca del campo de fútbol con cancha de piedra en que unos atletas (aficionados medulares) se deleitan, junto al campo de bolos de Begoña, cerca del final del ascensor del metro. Paseaba por este entorno cuando mi indagadora mirada descubrió que en aquella zona ricamente arbolada, se hallaba un sonriente frontón. Había descubierto lo que faltaba, mi amado frontón. Únicamente faltaba un frontis recostado en el edificio colindante, que según nuestro inseparable Trueba: “Nos conduce al infierno o a la gloria”. Un retocado de la pared izquierda y suelo y un pipi-leku. Y así presento este imposible a quien ame tanto como yo este deporte ancestral de nuestro amado pueblo.