Solo negocio...
Por el dinero baila el perro… Pero no solo el perro. En Catar, calles de oro y árboles de plata, bailan hasta los tullidos si se les ordena bailar. Y es sede este año de una cosa que no es el mundial del camello, sino de fútbol. ¿Quién va poner objeciones morales y/o políticas a participar en el evento de un país cuyo PIB per cápita es de 53.000 euros? El gas y el petróleo transformaron el mar en alamedas y paseos. Y desiertos en ostentosos hoteles y lugares que ofrecen al turismo, alojamiento, relajación y recreo. Lo de la transformación del agua en vino ya se había hecho mucho antes por el hijo de un Dios común, pero en versión cristiana y sin punto de comparación… Lo malo es que casi todas las bicocas conllevan un peaje: en este caso un peaje deshonroso, esclavista, misógino y dictatorial. Dice la FIFA que “trata de respetar todas las opiniones y creencias sin dar lecciones morales al resto del mundo”. Un Mundial donde el dinero tiene más valor que las vidas y los derechos de los ciudadanos, debería ser denunciado y no entonar falsas mea culpas ni comentarios de recriminación suavizados con no sé qué excusas vergonzantes. La construcción de estadios pirámides ha matado a más de 6.500 obreros. Nerón guardaba sus lagrimitas obligadas en un frasquito. Por favor, no más liras ni cánticos idílicos…