Se va y no vuelve más. El dolor te invade por dentro y piensas que no va a pasar. Sientes que tu mundo se desmorona y no ves salida con el paso de los días. Notas que las personas superan la pérdida de manera diferente a ti y te machacas, te sientes mal contigo mismo y sufres aún más. ¿Por qué el dolor no desaparece?, te preguntas. ¿Acaso soy yo la rara por no rehacer mi vida sin esa persona que no está? La respuesta es no. Cada persona lleva el duelo a su manera. Tienes derecho a estar triste el tiempo que sea necesario. Esas heridas que nos deja una persona cuando se va no son fáciles de curar y, a veces, no se curan. Y no es nada malo. El tiempo se convertirá en tu aliado, y ¿quién sabe?, a lo mejor cuando menos te lo esperes eres capaz de volver a sonreír aunque el dolor no se haya marchado.