Escribe Josep Pla en algún momento de su luminoso e inigualable El cuaderno gris: “A mí me parece -por intuición- que cuando un vasco se entrega a la intolerancia, y a la manera fuerte, se convierte en la quintaesencia del castellano. Cuando por el contrario, su temperamento y su formación le llevan a la tolerancia y a la amabilidad, resulta un centroeuropeo absolutamente estándar”. Este europeísmo que Pla destaca en los vascos se encuentra en las antípodas del españolismo retrógrado que la extrema derecha y la derecha extrema ofrecen reinstaurar sobre el escenario ideológico y cultural completamente descorazonador en el que quieren que nos movamos. Por ejemplo, si a mí me diera por abrir una librería de libro antiguo y de ocasión tengo muy claro el rótulo que llevaría el local: La república de las letras. En cualquier lugar de la piel de toro que pretendiera inaugurar la librería me pondría en contacto con aseguradoras para cubrir posibles desperfectos en las lunas de los escaparates o en la misma puerta, y sospecho que más de una me negaría sus servicios -o me pondría una cuota de seguro elevadísima-, porque el riesgo, mirando la que viene, lo consideraría demasiado alto. A no ser que yo optara o bien por cambiar de nombre a la librería o por la instalación de una persiana, de una chaqueta metálica, que llegara a cubrir escaparates y puerta desde la hora de cierre comercial. Pienso que este españolismo destartalado y amedrentador tiene la intención de aplicarnos, de manera muy general, la chaqueta metálica por el hecho de vislumbrar proclamas de república, frente populismo y separatismo en cada libre expresión. Y nos vemos en la obligación de ser audaces, listos y, sobre todo, europeos y vascos, para denunciar cualquier intento de toque de queda que pretendan los becarios del neofranquismo.NOTA DE REDACCIÓN. Las cartas no deben superar los 500 caracteres y deben estar identificadas.