Solo el covid-19 está autorizado para cancelar las elecciones de julio. Debe acordarse su celebración y si procede cancelarlas como en abril. Pudieran no ser las últimas en tener que cancelarse. Los votantes actuales reciben mas información en un día que toda la que recibieron los votantes de las campañas anteriores en su totalidad. Les basta una campaña corta. Por supuesto, un recuerdo para toda la gente fallecida, enfermada y para las docenas y docenas de miles a los que el covid-19 ha mandado a una durísima travesía por el desierto, muchas para largas etapas sin respiros, a las que habrá que acompañar sin perder tiempo, con leyes y programas que deberá acordar el nuevo gobierno. Llorar sí, pero caminando. Rechazar la próxima oportunidad alegando que no es el momento de la política no se justifica, porque llegará julio y todos los políticos tendrán la palabra. Impedir la posibilidad desde ya supone una dejación de responsabilidades. Tengo mi corazón a la izquierda, pero no pago peajes.