La celebración del Día de los Muertos en México, de origen prehispánico, es de las más importantes del año. Se trata una fiesta alegre y cautivadora que fascina más allá de sus fronteras y que desea seguir reafirmándose frente a Halloween. En ella a la muerte se la define usando un sinfín de metáforas, Huesuda, Calaca, Catrina, Novia Fiel... Y es simbolizada con la figura de una persona de extrema delgadez, casi calavérica. Sin embargo, lejos de pensar en imágenes antipáticas se la presenta ataviada con vistosos atuendos, todo tipo de adornos y maquillajes espectaculares. Una de las calaveras más famosas, convertida en símbolo de esta festividad en honor de los Fieles Difuntos en México, es La Catrina. El artista Diego Rivera en 1947 fue el creador que dio a La Catrina su atuendo característico con su estola de plumas usada por las mujeres de la alta sociedad. Después se convertiría en el símbolo oficial de la muerte, su representación metafórica. Es una manera entre divertida de burlarse de ella. Algunas veces se la representa alegre, vestida de manera elaborada con ganas de diversión, coqueta y seductora como los mortales. En otras ocasiones la vemos demacrada, en los huesos, preparada para sacarnos de esta vida en cualquier momento. La Catrina, sonriente, a través de la música y la danza ayuda también a encontrar el sentido de la vida. Como parte de esta fiesta se celebran concursos de calaveritas. Se trata de breves composiciones literarias mordaces en verso que forman parte de la tradición de este país en vísperas del Día de los Muertos. Ciertamente, en México existen decenas de rituales para recordar a los muertos como una manera de darles vida. Muchas personas tienen en sus hogares sus propios altares dedicados a sus seres queridos fallecidos. Existen mariachis especializados en ir a cantar a las tumbas. El culto a la Muerte es casi una religión. Como dijo el mexicano Octavio Paz, premio Nobel de Literatura: “Nuestro culto a la muerte es culto a la vida”.