En esta nueva tiranía, necesitamos pastillas para dormir, para despertar, para estar contentos y no demasiado eufóricos, para rendir y rendirse. Cuando no tenemos ninguna necesidad de trascendencia y afán de superación, la vida se vuelve una acelga. La tiranía anestesia a la sociedad mientras el hombre chapotea en el lodazal de sus apetencias, negándole cualquier voz ascendente. Esta promete paraísos terrenales y tenerla adormecida y entretener con la redes sociales viendo Juego de tronos o jugando al Candy crush mientras llega la Eurocopa. Consolarnos con los comentarios insultando unos a otros... Nos sentimos borrachos de libertad. Esa es nuestra metadona. Hombres sin pertenencia, náufragos en un mundo sin cimientos. Nos hemos despedido de lo que de verdad importa: Raíces.