Algunos políticos no dejan de asombrarme constantemente, y me refiero al señor Otegi (EH Bildu). Hace unos días, dicho dirigente abertzale preguntaba en voz alta al Partido Nacionalista Vasco que si pasadas las elecciones del 26-M, pensaba hablar con el Partido Popular, como si el hablar fuese pecado. Señor Otegi, entre otras muchas conversaciones, ustedes hablaron con el expresidente Aznar sobre sus presos y del final de ETA, y para muchos esto no fue ningún pecado. Estos últimos cuatro años, es decir en la legislatura que ahora ha tocado a su fin, su grupo ha estado hablando y votando conjuntamente en infinidad de ocasiones con los que tachan de enemigos irreconciliables (el Partido Popular), en contra de las propuestas del Gobierno vasco. Conociendo como conocemos a los populares vascos, no creo que sus votos fuesen encaminados a querer hacer una Euskadi más libre y próspera, por consiguiente puedo pensar que, al votar con ellos, su único deseo pasaba por anular aquellas propuestas del PNV en particular y del Gobierno vasco en general. Señor Otegi, pregúntese: ¿Qué es peor para este país? ¿Hablar o votar negativamente junto con los que dicen ser sus rivales políticos?