Fue el peor de los atentados (en numero de víctimas mortales y heridos) que hasta entonces se había perpretado en el Estado español. 192 árboles así lo recuerdan en El Bosque de la Memoria, amén de otros casi 2.000 heridos de una negra estadística de aquella mañana del 11 de marzo de 2004, en la que un terror irracional y con saña sesgó las vidas en aquellos trenes de la muerte, pero donde también los poderes políticos manipularon y usaron a su antojo a la opinión publica en su propio beneficio, asi como los medios de comunicación fueron cómplices vergonzantes de tales manipulaciones. Han pasado 15 años de aquella tragedia, pero el dolor seguro que no caduca para todos aquellos que sufrieron las perdidas de seres queridos, existió y sigue existiendo la manipulación interesada de una derecha resentida de no haber podido camuflar la verdad de todo aquel horror. Siguen existiendo teorías conspiratorias, obviando de nuevo a las víctimas y a sus familiares. No deja de ser una constante repetición que la clase política española use a su propio antojo el dolor (salvo honrosas excepciones) de las víctimas de grandes atentados terroristas, paso el 11-M y después en 2017 en Barcelona y Cambrills. No aprenden, no aprendemos. Quédense, quedémonos con esta reflexión, que alguien escribió ese dia: La dicha de vivir consiste en tener siempre a quien amar, algo que hacer y algo que esperar.