Sultán con chorros de petróleo para dar y tomar petrodólares; compro gobiernos, senadores y lo que me da la gana. A cambio, realizo inversiones en Europa y América, Occidente, subvenciono universidades, doy trabajo a muchos pobres fabricando bombas y fragatas. Y a ver quién me dice que no; a ver quién es el guapo o guapa que se niega a venderme lo que deseo. Ejerzo mi graciosa crueldad. Si un periodista me molesta, mando que me traigan la cabeza de ese perro: que me lo troceen con un serrucho; y, por supuesto, exploten los autobuses con niños de los países que no me gustan para que no crezcan los gusanos enemigos. Soy el gran sultán bendecido por Alá, monarca absoluto. El petrodolar posee el poder de detener el tiempo. Los derechos humanos es un invento moderno que no nos afecta a los que vivimos en los tiempos del profeta Mahoma. Alá es grande.
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