Seriedad con las pensiones, Rajoy
Las pensiones son fundamentales para el consumo, la cohesión social y el bienestar. Son decisivas porque aseguran un nivel de vida digno a los jubilados, configuran seguridad en los periodos de crisis y es el sistema que redistribuye el país. En 2005 el gobierno de Zapatero envió a la Comisión Europea un informe sobre el sistema público de pensiones; explicaba que el déficit comenzaba en 2015, y que el fondo de garantía se agotaría en 2020. En 2008 el optimismo de la época de Zapatero mejoró la cobertura hasta 2023 y 2029 respectivamente. Pero al poco vino la crisis y aceleró el problema. Un periodista anunció en 2009 que según sus estimaciones el déficit se iniciaría en 2010 (en 2012 alcanzó ya los 29.134 millones) y el fondo de desapareció entre 2014 y 2018.
Ahora las manifestaciones de los pensionistas han forzado a recuperar para la agenda pública el problema de su crisis. Que a estas alturas estemos tan mal, es escandaloso y una manifestación de la ineptitud de partidos e instituciones.
Conclusión:“Somos el único país de Europa que no ha hecho las reformas necesarias, de la mano de un gobierno irresponsable, y una oposición y unos sindicatos autistas”. Ahora, nueve años después, las cosas están peor. Hay que decir basta. Que los partidos dejen de utilizar el problema como ariete político y alcancen unos acuerdos con efectos a corto, medio y largo plazo, que para que sean buenos deben abordar mucho más que los ajustes actuales, porque las pensiones dependen también del empleo, la precariedad, el salario mínimo, la redistribución de la productividad de la empresa, y de una manera especial la maternidad. Si no se aborda en estos términos, convertiremos las pensiones en un agujero negro.