En su día, la autoridad episcopal, denunció que “en el mundo secular, la técnica, la cultura, la economía y la política está frecuentemente pervertida por el pecado”.
Hechos consentidos, asumidos con resignación por el pueblo y -se aplaude- por los medios de comunicación vendidos al poder económico, social, político e incluso deportivo. Esos aplausos se basan en la bondad de la economía de mercado, de las multinacionales, de los negocios de los listos. Ese poder fáctico, nos maneja, nos inculca su falsa moral, y todo por el bien de la sociedad y del estado de bienestar.
Recordemos que incluso en política, un fin bueno puede justificar el uso de medios o procedimientos inmorales.
Cuando hablan de pobreza y de respeto a los que la padecen, cuando dicen que defienden a las minorías, o que protegen a los inmigrantes, lo hacen en general en plan anecdótico y demagógico. Cómo me gustaría que en esas tertulias de periodistas se hable con claridad meridiana, con soluciones prácticas, generosas del despojo del tercer mundo, del innecesario consumo y de la especulación del suelo, de los armamentos y la miseria, de la falta de paz colectiva e individual y sobre todo de la falta de conciencia, moral y ética de la sociedad y de amor.
Ya sé que es difícil luchar contra el poder establecido, y con las ayudas de los sicarios de los medios de transmisión de noticias amputadas, falseadas, pero por lo menos debemos denunciarlo, ante las conciencias del pueblo.