Si Dios no lo remedia, que no lo remediará, este año 2018 nuestro querido Gobierno nos endiña la subida del 0,25% a las pensiones, después de habernos vilipendiado la hucha de las pensiones, la cual ha dejado famélica y descangayada. Según UGT el Estado empleara 313 millones en revalorizar las pensiones, mientras destina 2.000 millones de euros, a rescatar las autopistas. Anteriormente en 2012, Europa concedió a España 100.000 millones de euros para sanear el sector bancario. Pero las pensiones siguieron prisioneras de la miseria y sin nadie que las rescatase. El día 9 de octubre fue la marcha en Madrid en defensa de las pensiones. Si la vista no me engañó, no vi a ningún político agarrado a la pancarta. Posteriormente, el día 12 del presente mes, todos los grupos políticos del Congreso dieron su apoyo a la ley que considera a las mascotas, sujetos de derecho. Poco o nada les he oído hablar de la revalorización de las pensiones, del pago de los medicamentos, de la pobreza energética de muchos pensionistas y un largo etcétera de ignominias que sufren o sufrimos muchos jubilados de este país. Mientras, muchos de nuestros políticos, ya sea a nivel nacional o autonómico, aseguran sus prebendas cara al futuro, ya sean veteranos, nuevos o de distinta tendencia.
Compañeros pensionistas, cuando os pidan en época de elecciones el voto mediante promesas que no cumplen y continuas falacias, que hablen primero con el perro o el gato y luego lo someteremos a consenso. La política es el arte de obtener el dinero de los ricos y el voto de los pobres, con el pretexto de proteger a los unos de los otros.