Como athleticzale me veo en la obligación de escribir esta carta después de ver al club de mi corazón hacer un desplante a un grupo de aficionados entre los que me encontraba. El pasado 2 de agosto acudí a ver un entrenamiento abierto al público, junto a dos chavales que habían venido desde León e iban a poder ver a su equipo del alma. A las dos horas, se da por finalizado el entrenamiento y se indica a los aficionados allí reunidos que para hacerse fotos y autógrafos esperen a la salida de los vestuarios. Mientras están allí esperando, sale un guardia de seguridad a informarles que a la tarde habrá otra sesión de entrenamiento y que vuelvan a la tarde para poder hacerse fotos y pedirles autógrafos. Sin entrar a valorar decisiones técnicas que desconozco, ¿tan grave es que salgan los jugadores quince minutos a saludar y hacerse unas fotos con los aficionados? Con unos chavales que, aun viviendo en León, llevan con orgullo la camiseta del Athletic, o con el señor, que también estaba allí, que había venido desde Barcelona y esa misma tarde tenía el vuelo de regreso. Solamente añadir que tras haber ido a Lezama con toda la ilusión del mundo, a la vuelta nos sentimos muy decepcionados. Si queremos que el aficionado este ahí, acompañando al equipo en los momentos clave de la temporada, hay que mimarle, no desilusionarle.