Es increible además de indignante. Paseando por los lagos de La Arboleda el pasado día 24 de julio con mis hijos y nietas hemos sido testigos nuevamente de la invasión del ganado por las zonas recreativas habilitadas para el disfrute de las familias y hemos contemplado estupefactos como un grupo de unos doce o más caballos irrumpían entre las familias, obligando a varias a levantarse rápidamente y retirar a los niños por el riesgo que corrían de acabar entre sus patas. El ganado cada vez se atreve más a mezclarse entre la gente, defecar y dejar el entorno imposible para disfrutar del lugar que todos los vizcainos hemos pagado con nuestros impuestos para disfrutar de él. A los ganaderos les hemos pagado así mismo kilómetros de vallas para que sus animales dispongan de terreno sin que tengan que invadir las zonas recreativas. ¿Por qué se les permite entonces destrozar los cerrados e invadir el terreno destinado a las personas? Las instituciones tienen que poner fin a tanto desman antes de que estos animales provoquen una desgracia. Hoy, ha estado a punto de ocurrir con un pequeño.