Controles de metales al entrar en las tiendas, soldados armados en cada autobús, toques de queda, despliegues militares de emergencia; esa es la realidad en la que vive Israel hace ya más de cincuenta años y es el nuevo modo de vida al que Europa va a tener que acostumbrarse después de los atentados que asolan Bruselas y toda Europa. La sinrazón y el fanatismo de unos pocos nos priva de nuestro modo de vida. Muchos levantarán banderas por lo alto, maniendo palabras como libertad y democracia, pero ciegos estamos si creemos que no vamos a cambiar. Terroristas inmolándose en las plazas públicas, niños en colegios como el de Beslán tomados como rehenes, eso es lo que nos depara el futuro. La forma de combatirlo no es otra que hacer aquello que precisamente repelemos: el terrorismo de esta índole no se puede combatir solo por vías convencionales. Hay que aprender de Israel y de Estados Unidos, ya versados en esta problemática. Podemos fingir que no ha cambiado nada, pero la sociedad en la que crecimos ha dejado de existir, y la europea es el nuevo Israel. El que trate de justificar o legitimar estos actos atroces, en función de una u otra política, debe mirarse dentro de sí mismo y puede que descubra que es un ser despreciable.
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