La última faceta de Rajoy, descubierta en el debate del estado de la nación, fue el desprestigio del presidente. Llegar al extremo de una persona templada (“parado no, quieto”) llegue a reprochar al líder de la oposición que “no ha dicho nada sensato” que “no ha dado la talla ni de lejos para ser presidente” y termine el discurso con “no vuelva aquí a hacer ni a decir nada, ha sido patético” demostró ser un maleducado. Le faltó al respeto a Pedro Sánchez, a los españoles y hasta a su propio partido. Otra nueva faceta? Rajoy, dirigiéndose al primer ministro de Grecia, le reclama a Tsipras que “cuide las formas” y cumpla sus “compromisos”, cuando él es el responsable del aumento durante su mandato de la deuda pública española, en más de la cuarta parte, del billón de euros. “Un prepotente”; otras dos virtudes más a añadir a Rajoy. Cómo dicen en mi pueblo? “Ze ikusi a ikasi”.