Juan Carlos se ha ido, pero lo seguimos manteniendo. El vuelco político, dicen algunos observadores políticos, puede ser el motivo de la abdicación de Juan Carlos. Otras veces esos mismos políticos ensalzaban a la monarquía porque esa institución estaba por encima de los partidos, de los sindicatos, de los bancos, y únicamente a favor de los ciudadanos ¿En que quedamos? Seamos serios. Dejémonos de tópicos, de interpretaciones más o menos interesadas. No hay nada de mala salud. Nada de desafección del pueblo. No ha habido errores. El 23-F, una maravilla real. Los escándalos amorosos, sin importancia. Los ingresos anómalos, ídem de ídem. ¿De que nos quejamos? Lo que me parece que está claro es que las instituciones están en crisis. O cambian los sindicatos, los partidos, la casa real, la judiciaturia, la territorialidad, el reconocimiento de los derechos históricos de las naciones que forman el actual Estado, la sumisión a los poderes fácticos, a las interpretaciones falsas de la historia, o este tinglado se va al carajo. ¿Qué hacemos con esos grandes politólogos que se autodefinían antimonárquicos, pero juancarlistas? ¿Votarían por la constitución de una república al despedirse su ideal democrático? ¿Ahora son felipistas y antimonárquicos? ¿Os acordáis de aquella canción? No tengo trono ni reino ni nadie que me comprenda, pero sigo siendo el rey. Esto último es para alegrar un poco al lector.
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