Estiércol moral
"Nosotros los demócratas" repiten recurrentemente eso de que "las víctimas siempre tienen razón". Debe de tratarse solo cuando se trata de víctimas "como Dios manda", como gusta decir a Rajoy.
Tenía catorce años cuando la Guardia Civil, en uno de sus habituales alardes de incivilidad irrumpió en la parroquia de Lekeitio para desalojar a los peligrosísimos elementos que reivindicaban pacíficamente en su interior la amnistía que el Gobierno español iba a promulgar pocos meses después.
Antxone Telleria, no muchos años mayor que yo, era uno de los temibles malhechores que la Benemérita expulsó brutalmente, a golpe de insulto y porra, hiriéndola de gravedad tanto física como moralmente.
A punto de cumplir los cincuenta, me entero de que una comisión local la reconoce como víctima de abusos policiales entre peros, quejas y reproches de algunos partidos y asociaciones detentoras del monopolio del victimismo.
Por supuesto de boca de los victimarios no ha salido ni una disculpa, cuando no ha salido un improperio. No sé si se trata de un reconocimiento o de una burla.
Durante estos pasados treinta y cinco años algunos notorios verdugos, reconocidos represores y reputados torturadores han sido condecorados y homenajeados en su condición de víctimas. ¡Ay del que se atreviera a cuestionar su condición de tales!