Hace 35 años la Guardia Civil entró a saco dentro de la iglesia de Sta. María en Lekeitio. Tenía que desalojar a la gente del pueblo que estaba realizando un peligroso encierro pro amnistía. Mi amiga Antxone se refugió en un confesionario. Era una jovencita. Casi una cría. Unos valientes de verde le machacaron la cara a culatazos. Quedó desfigurada para siempre. Los culpables, los criminales miembros de la Benemérita jamás han sido condenados. Los responsables gubernamentales jamás han pedido perdón. Los medios de comunicación españoles han pasado siempre por encima de la noticia. Para ella no ha habido ni asociaciones ni confederaciones ni agrupaciones de víctimas. Hoy, 35 años después, el Parlamento vasco la ha incluido dentro de las víctimas del abuso policial. Han tenido que pasar 35 años de silencio y olvido, pero nunca es tarde. Zorionak Antxone, nire andereño
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