Ha quedado demostrado lo que muchos veníamos repitiendo hasta la saciedad: que ETA era un impedimento para la evolución política de nuestro pueblo. Que estaba obligada a una evolución pacífica o a no ser. Era también una bruma que ocultaba nuestro horizonte. Que ocultaba este cielo azul del que todos nos congraciamos hoy. Porque hoy en día el proyecto pacífico y soberanista de este pueblo no choca con las trabas morales que la enorme amplitud de la amenaza y la tremenda frustración y el indescriptible dolor del atentado las hacía insuperables.

Hoy este pueblo respira el aire limpio de nuestras montañas, se acerca risueño a sus puertos de mar y prepara su futuro desde unas aulas menos dubitativas. Hoy vive Euskal Herria bajo un esplendor social y político, aún reconociendo que los hilos de la brutal crisis económica salen desmadejados desde espacios que escapan a nuestro control. Y nos podemos preguntar: ¿Se puede conjugar a medio plazo esta realidad conceptualmente contradictoria? Yo me animo a creer que los vascos descifraremos este enigma. La CAV de Euskal Herria ha dicho el 21 de octubre que este pueblo está determinado a avanzar y a retar con astucia, con inteligencia y con voluntad firme a todo ese entramado de intereses de quienes tratan continuamente de falsear su identidad mayoritaria acorde con sus raíces históricas más profundas.