Con impecable traje cosido en hilo de mayoría absoluta, sin una sola arruga la cara que denote la más mínima preocupación por la situación, Campeón, del concurso de recortes de este año, se dispone a demostrar su valía frente a Ciudadano. Entra Ciudadano al coso, echando espuma por la boca, negro como los cojones de un grillo, empitonando con una afilada reclamación de derechos en materia laboral y de vivienda. Campeón estira cuello y sortea la embestida con un decretazo que elimina la desgravación fiscal y otra que da suelta a los ERE. Ciudadano no se acobarda, gira sobre sí mismo levantando gran polvareda y, amagando dos gaviotas que intentan distraerlo, inicia una carrera que parece poder culminar en huelga general. Campeón no se acobarda y saca un nuevo decreto que manda a todos los liberados sindicales a currar. Ciudadano, solo, valiente, amenaza con tumbarse sobre la arena en estado de huelga de hambre permanente. Campeón firma una reforma constitucional sin referéndum que suprime los toros y declara non gratas las plazas. Ciudadano protesta mientras Campeón da orden de desalojarlo y lavarle la boca con jabón. Así gana cualquiera.
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