El llamado arte contemporáneo vive en las puertas del infierno de la economía en regresión. La Documenta de Kassel (Alemania), que ha expuesto a los artistas habitualmente subvencionados, ha sido definida por los analistas como soñolienta y decepcionante todo y el gigantismo de las obras presentadas, las cuales parecen destinadas a ser desbastadas o en el mejor de los casos vueltas al almacén estatal de procedencia.
En Bassel (Suiza), considerada la feria de arte contemporáneo más importante de Europa, las ventas van en regresión indefectible. Un conocido caricaturista la ha definido como "una feria tan pobremente concebida que se parece a una bienal" en clara alusión a la Documenta de Kassel...
El desconcierto y el caos inextricable que es propio del arte contemporáneo coincide plenamente con el desordenado mundo de la banca y las finanzas, las cuales han venido especulando con los esoterismos abstractos con precios escandalosamente alocados e increíbles.
Occidente se ha de vitalizar prontamente y buscar esquemas económicos, filosóficos, sociales y artísticos que iluminen un nuevo Renacimiento. De lo contrario acabaremos abocados en la hoguera...