Una vez apaciguada la euforia nacionalista española, la única consentida y no criticada, intento escribir algo el respecto y no me viene a la cabeza nada de nada. Me siento sin argumentos, incluso después de ver a nuestro lehendakari Aguirre ultrajado. No entiendo qué nos sorprende de esta gente, de estos herederos del régimen, iba a decir anterior pero me lo callo, pues pienso que en gran medida sigue siendo continuista.
Este grupito de graciosillos y graciosillas, posando con sus banderitas, risitas y sus figuras acartonadas. Qué ocurrencia. Ustedes ni siquiera ofenden, todos sabemos lo que son y lo que siguen pensando. Son sosos hasta para ponerse delante de una cámara. Agradecería que, en alguna ocasión, de verdad actuasen con seriedad y cordura, aunque, en su caso, sea complicado, en lugar de realizar esas fantochadas que lo único que desprenden es lástima e ignorancia. Por favor, aprendan a divertirse, también complicado en su caso, sin evocar viejos pensamientos y herencias. ¿Se imaginan que se sacasen los coches de la Er-tzaintza para festejar los logros del Athletic o la Real Sociedad? No quiero ni pensar lo que se nos vendría encima. Por el contrario, no ha parecido mal que todoterrenos de otros cuerpos de seguridad hayan salido a la calle a festejarlo. En una cosa sí nos diferenciamos, nosotros somos demócratas de nacimiento y ustedes lo son de boquilla.