Desearía desmarcarme claramente de las duras palabras que el diario vaticano ha publicado respecto del escritor José Saramago, recientemente fallecido.

José fue un ser auténtico, ateo sí, fue su opción, su libertad, mas estuvo siempre al lado de los pobres, de los más desfavorecidos, como la Madre Teresa, como Monseñor Romero... Se comprometió con la justicia, y supo desdecirse de la cruel dictadura de Castro, "hasta aquí hemos llegado", dijo.

Propuso el respeto como medio de convivencia entre los humanos, ya que el amor predicado durante 2.000 años no parece dar resultados, según su criterio.

Muchos seres humanos seguirían con vida si Bush, Blair y Aznar (por cierto, tres cristianos, para mi vergüenza) hubiesen respetado las resoluciones de Naciones Unidas respecto a las tan cacareadas e inexistentes armas de destrucción masiva.

José no creía en Dios, no confiaba en Él, y sustituyó la moral por la ética, fue coherente y solidario, a mi entender todo un ejemplo en estos años duros y crueles que nos ha tocado vivir, tan sembrados de asesinos y ladrones, fue humilde e íntegro.

L"Osservatore Romano ha olvidado que un respetuoso silencio ante el desacuerdo no sólo es signo de dignidad sino de inteligencia y algo mucho más importante que éstas al fin y al cabo opiniones personales, y es que Dios "sí confiaba en él".