Soy usuario de los polideportivos municipales y tengo un carné de socio familiar. Durante el año vamos con frecuencia semanal (hasta 3 veces) a las piscinas para llevar a los niños al cursillo de natación. Cuando llega la temporada de verano, las piscinas se masifican porque llegan usuarios de todas procedencias y pelajes, convirtiéndose así en una especie de piélago infecto donde conviven con el agua pelos, mucosidades y otros tipos de materias orgánicas.

A pesar de haber una prohibición expresa de fumar y comer en la piscina, estas órdenes se incumplen a diario y nadie hace valer la normativa. Entre otras cosas porque se observa una notable reducción del personal de vigilancia con respecto al año pasado. La cosa no mejora porque hace un par de años ya escribí por este mismo motivo. Resulta repugnante acceder al recinto de las piscinas exteriores y tropezarse con envases y restos de comida por el suelo procedentes de la gente que está comiendo, con todo descaro y tranquilidad, conscientes de que ningún vigilante les va a incomodar. Las toallas no se pueden poner en la hierba con un mínimo de higiene porque no hay un metro cuadrado que esté libre de colillas.

A primeros de este mes de julio, la piscina cubierta tuvo que ser cerrada parte de la jornada porque se habían encontrado heces en ella. Ayer mismo, a primera hora de la mañana, es decir, cuando más limpia está la piscina, he ido a utilizar los servicios y había restos de defecación por los suelos que se habían esparcido hasta casi el área de la piscina. He cogido a mis niños y me he largado, asqueado de tanta inmundicia.

Como usuario que paga regularmente una cuota a lo largo del año esto es sencillamente intolerable, porque me siento estafado. Creo que esta piscina municipal incumple cualquier estándar de higiene y una inspección debiera cerrar este establecimiento con urgencia por constituir un peligro serio de infección.