En contestación a los que critican la campaña del Servicio Vasco de Salud (Osakidetza) animando a usar el preservativo, quiero decir lo siguiente: Con esta campaña a sus hijos no les están obligando a practicar el sexo; por ello, no tema que se conviertan en unos sementales. Lo único que dice es que si lo fueran a practicar, el preservativo, a día de hoy, es la mejor solución para evitar embarazos no deseados y enfermedades de transmisión sexual.
Por lo tanto tranquilos, sus hijos están a salvo. Yo tengo dos chavales (chico y chica), y por mi parte, sí quiero que uno sea un semental y la otra una ¿fresca? (¿la llamaría usted?); porque anímicamente estarán más equilibrados y con mejor humor. ¡Haz el amor y no la guerra! ¡Menos fútbol y más pelotas! ¡La bolsa bursátil baja, la del escroto sube! ¡Perdón! ¡Perdón! Por mi lenguaje soez, igual algún puritano se ha sentido ofendido.
Todo esto me recuerda a cuando se aprobó en España la polémica ley del divorcio; la derecha española y la Iglesia se enfurecieron porque creían que les obligaban a divorciarse. No, hombre, no… no es obligatorio, se divorcia el que quiere.
Paradójicamente, los políticos que más criticaron dicha ley, una vez aprobada, fueron los primeros en ponerla en práctica. Y lo mismo pasa ahora con la ley del aborto. Más de un señorito hipercristiano de alta alcurnia ha utilizado este método para no tener hijos plebeyos. Sólo espero que en este país algún día haya más número de sementales que de hipócritas.