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La abundancia frugal

Es muy bonito ver gente ilusionada llenando las playas, pero esta imagen no siempre consigue que podamos sacudirnos de encima el ramillete de crisis abatiéndose sobre nuestras cabezas. Crisis económica, financiera, ecológica, social, de pérdida del sentido de las cosas, etc. Buscar una salida a semejante situación se está convirtiendo en un auténtico reto. Un tal Jean-Baptiste de Foucauld utiliza una semántica novedosa. En uno de sus últimos trabajos introduce el concepto de abundancia frugal y plantea la necesidad de reinventar un tipo de solidaridad capaz de dar sentido al mismísimo capitalismo. Según él, se puede seguir creyendo en la economía de mercado, siempre que logremos reequilibrar sus excesos con un poco de frugalidad, sobriedad o como quiera llamarse a una apropiada moderación en el consumo.

La pelota pasa al tejado de la propia sociedad en su conjunto y al de cada una de las personas que la componen. Se impone un cambio colectivo e individual que nos permita, según el autor, "pasar de una abundancia ilusoria excluyente, a una abundancia compartida incluyente, movilizando los recursos necesarios". Nada de limosnas. Que cada uno tenga lo que considera esencial para él, pero sin privar a otros de lo vitalmente necesario. ¡Compartamos el trabajo! Que no haya personas trabajando más tiempo que el deseado por ellas mismas, mientras otras se tienen que conformar con hacer cosillas a tiempo parcial. Que se coordinen adecuadamente las actuaciones institucionales y privadas con el fin de ampliar al máximo la cantidad y variedad de empleos disponibles. La batalla contra el desempleo nos exige esto y más. Con una reforma Laboral en el candelero es hora de pisar el acelerador y no hurtar debates que puedan aportar un poquito de luz.

Iñaki San Sebastián