En las últimas semanas asistimos a un inesperado conflicto a cuenta de la grada de animación, grada popular o Herri Harmaila de San Mamés. El enfrentamiento es, cuando menos, áspero, con una insólita huelga de animación durante algún partido. Hace un año -lo vimos y vivimos todos- la comunión entre la afición y el Athletic parecía absoluta e incondicional. Todos ‘éramos’ el Athletic: el futbolero y el que no, el rico y el pobre, el sabio y el ignorante, el de aquí y el de allá, el de izquierdas y el de derechas, el ertzaina y el antisistema. Ahora surgen los matices: algunos son más Athletic que otros.
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