No ir a votar es una opción. No “como otra cualquiera”, no, pero es una opción. Hay países, también en la Unión Europea, en los que votar es obligatorio. Aquí, de momento, no. Hay muchas cosas en la vida que solo las echamos verdaderamente en falta cuando ya no están y son irrecuperables. Ojalá la democracia, algo tan aparentemente sencillo como poder votar, no sea una de ellas. Los extremistas, los ultras, los populistas no suelen fallar, incluso aunque lo de las urnas les parezca algo superfluo, un mal menor, y depositan su papeleta sin falta. Ahí están los resultados.