lA verdad es que me lo había creído. Y he caído en la trampa. La negativa de la actual candidata por el PP en Extremadura, María Guardiola, a pactar la entrada de Vox en su ejecutivo a cambio de investirla presidenta albergó la esperanza de que no todo estaba perdido en las filas populares. Que alcanzar cualquier acuerdo con una formación –palabras textuales de Guardiola– machista, homófoba y racista es una línea roja infranqueable. Ayer, la misma persona defendía a la formación ultraderechista como un partido constitucional y se abría a la negociación. He visto tragar sapos en política, pero como este (y tan vergonzante) creo que ninguno.