Y Félix Linares se marchó. 1.500 semanas después, La noche de... ya no es La noche de Felix Linares tras ese casting de broma que ha servido para descartar con un humor a África Baeta y Julian Iantzi para coger (y al mismo tiempo poner en valor) a Dani Álvarez, que lleva tatuados sus gustos cinematográficos en el brazo, como demostró en un estriptis a lo Gilda pero sin guante. No es mala carta de presentación para hacerse cargo del formato más cinematográfico de Euskal Telebista, que nació en 1995 de la imaginación de Iñaki Pangua a modo de envoltorio de papel de regalo de la película que tocaba emitir esa noche, cuando nos sentábamos regularmente en el sofá a ver cine de estreno en la tele (previo paso por Canal +) con sus pausas publicitarias correspondientes. Ya saben, antes de la llegada de las plataformas. 

Luego, con el tiempo, la programación cinematográfica de la tele generalista (y ETB no ha sido una excepción) ha ido decayendo y hasta Canal +, aquel referente de los estrenos de cine en la tele acabó cerrando, aunque La noche de… ha sabido mantenerse como ese programa de anécdotas y chascarrillos tantas veces más interesante que la propia peli, como su inolvidable sección de gazapos, antes de que internet se llenara de chivatazos.

Con la sonada marcha de Félix Linares de la tele (que no de la radio) algún despistado ha descubierto que, todavía hoy, sigue en antena este curioso y veterano programa peliculero en el que cada dato y cada frase que recita su presentador, por muy peregrina que sea, se transcribe en pantalla en letras gigantes mientras la voz solemne de Linares va haciendo pausas en su discurso para que resuenen esas frases y adjetivos como si hubiera eco y el mismísimo eco se encargara de escribir. 

Tiene mérito, y mucho, porque el programa ha sabido crear un lenguaje televisivo propio, y después imitado por otros, que habrá que ver si opta por mantener el anunciado sucesor o le da un toque diferente y coloquial a sus presentaciones. 

En cualquier caso, permítanme decir que la marcha de Félix Linares es una muy mala noticia. La tele está necesitada de veteranía, de tipos con personalidad, de rostros arrugados que han ido jubilando demasiadas veces para sustituirlos por caras bonitas que quedan bien en cámara pero a las que demasiadas veces les falta alma televisiva. 

Linares nos cuenta que ha sido él quien ha querido apearse ya de este tren que ha recorrido 1.500 estaciones. Un viaje largo que comenzó cuando La noche de… era el pan de un sandwich que iba antes y después de la peli. De hecho, cuando la peli terminaba, y casi empezando a asomar los créditos, Linares surgía como una aparición mariana que nos hacía dar un respingo en el sofá. Fue nuestro primer 3-D antes de que las teles llevaran de eso. 

Recuerdo que escribí en algún otro lugar (esta revista no había nacido) una crítica televisiva de aquello y desde entonces para mí este señor ha sido siempre San Félix. Confesaré que entonces me molestaba un pelín que cortaran los créditos finales de la peli para que asomara su jeta, pero hoy incluso lo beatificaría. 

Qué difícil lo tienes, Álvarez, pero qué bien lo haces en la radio, así que confiaremos en ti. Pero, por favor, no rompas nada... por si el santo desea volver.