QUIZÁS sea pronto para el volteo de campanas. Pesa mucho el recuerdo del fiasco de Iruña-Veleia. ¿Se acuerdan? El descubrimiento que iba a revolucionar el mundo de la vascología y el conocimiento de nuestra historia antigua que acabó en condenas por estafa y falsedad documental. Demasiado bonito para ser verdad. Por comparación, tranquiliza lo poco pretencioso que parece lo de Irulegi. Una humilde mano de bronce, datada al parecer en el siglo I antes de Cristo, con unas inscripciones en un alfabeto parecido al ibérico, la primera de las cuales resulta perfectamente reconocible en lengua vasca actual. Ya tenemos una edad como para no poner la zarpa en el fuego por nada ni por nadie, pero, en principio, la sociedad de ciencias Aranzadi lleva años dejando testimonio de su solvencia científica. Ya antes de la aparición de esta pieza era importante y revelador lo que el trabajo de campo realizado bajo su dirección estaba dejando al descubierto arriba de Lakidain. De confirmarse su autenticidad, este último hallazgo lo convertiría en algo fuera de serie, con implicaciones que van más allá del mundo del saber. A nadie se le escapa que en la batalla cultural que se libra en Nafarroa desde hace décadas, cualquier dato nuevo suficientemente contrastado sobre nuestra historia tiene su peso. De hecho, menos de 24 horas después de saltar la noticia, ya hay gentes y grupos a los que ya les está molestando, y mucho, esta inoportuna mano devuelta por la tierra a 12 kilómetros en línea recta de Iruñea. Entre ellos se encuentran esas instituciones que durante mucho tiempo gozaron de la exclusiva de la investigación histórica en Nafarroa, pero, por mucho que excavaban o remiraban archivos, nunca encontraban en ningún lado un poblado vascón o una inscripción en euskera. Zorionekoak gu. Afortunados de nosotros y nosotras.