Tanto tiempo deseando que la aventura sangrienta de Putin en Ucrania provocara una reacción en el interior de la sociedad y el aparato ruso y resulta que, cuando llega, parece estar sirviendo solo para que medren a costa de la muerte los que prescriben más violencia. Que a Putin le exija el comunista Ziuganov la movilización general tras la huida de las tropas en Ucrania o que lo más granado del imperialismo ultra sugiera que hay que confrontar con la OTAN sobre el terreno y no en la diplomacia, no da para ser optimistas. Los líderes rusos huyen hacia adelante. A peor.