LES prometo que he pasado varios días buscando algún chascarrillo divertido qué comentar. Misión imposible. Todas las noticias son apocalípticas. Porque llevan ya tiempo hablando de que viene la del pulpo. De que se acerca el otoño-invierno más incierto para Europa desde la Segunda Guerra Mundial, tras meses en los que a los ciudadanos se nos ha escurrido el dinero del bolsillo como si fuese agua. De aquí a final de año, veo a Sánchez soltando otro cheque de 200 euros para que alguno pase las navidades. Bueno, en realidad, solo he reparado en la pasión de gavilanes de un juez de la Audiencia Nacional (Santiago Pedraz), convertido en protagonista de un culebrón de medio pelo. Su señoría anunció a bombo y platillo en agosto, en la revista de la Preysler, su boda con una señora de esas con predilección por caballeros solventes. Pues bien, cuando la portada con el enlace inundaba los kioskos, él ya había roto la relación (una semana antes) a través de un mensaje de WhatsApp. Qué tiempos estos en los que ni una oposición garantiza la seriedad. Pero el modus operandi del magistrado se repite. Su anterior novia confesó que se enteró de que habían roto por un correo electrónico de dos líneas, después de haber pedido la mano a su madre. Si en su vida privada es tan poco fiable, mejor ni imaginar cómo será en su vida profesional. Una pena, que tener la cartera grande sea, a veces, sinónimo de tener el cerebro pequeño. l
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